
Uno de los desafíos que tienen las empresas en la actualidad es enfrentar la crisis provocada por la pandemia del Covid-19 de manera exitosa y proyectarse de cara a los cambios.
Una de las claves de las organizaciones que muestran una mejor adaptabilidad al nuevo escenario es la capacidad de implementar medidas sobre la marcha. Y los resultados que muestran apuntan a un incremento en la productividad, por lo que construir una organización flexible es el objetivo de muchos. Pero, ¿qué hacer para lograrlo?
Garantizar los principios de la flexibilidad
Una empresa que desee adquirir una cultura de flexibilidad debe comenzar por facilitar la adopción de esta capacidad. Para eso es necesario empoderar a las personas que componen la organización, otorgándoles la confianza suficiente para que moldeen esa flexibilidad, limitando las barreras burocráticas para reducir procesos engorrosos en beneficio de alternativas más simplificadas, incorporando la automatización y digitalización.
Integrar la flexibilidad al eje estratégico
La estrategia trazada por una empresa para lograr sus objetivos necesita incorporar la flexibilidad en la medida que ésta proporciona mejores herramientas de organización para identificar e implementar nuevas formas para alcanzar las metas impuestas por la organización.
Construir un modelo a seguir
La pandemia del coronavirus y las consecuencias del confinamiento e distanciamiento social provocaron cambios con relación a la cultura organizacional y a la forma como los profesionales se relacionan entre sí, con sus jefes, y con la empresa en general.
Este efecto, que se traspasa a todos los integrantes de la organización, se convierte en un modelo a seguir, donde la flexibilidad pasa a ser un valor que todos aplican a sus quehaceres, estableciendo un ejemplo a todo nivel.
Fomentar la aplicación de conductas flexibles
Para que la flexibilidad sea realmente un factor decisivo en una empresa, es necesario salir del plano teórico y pasar a las acciones concretas. De este modo, es fundamental estimular conductas personales y colectivas más flexibles, donde tanto los individuos como los equipos sean capaces de determinar normas y formas de trabajar y de lograr los objetivos.
El principio de la flexibilidad y su inclusión en la estrategia de la empresa debe ser un valor, pero tiene que ser capaz de convertirse en una realidad tangible del modelo de trabajo y de la convivencia diaria de la organización, donde todos pueden aportar ideas y opiniones que apunten a definir y mejorar constantemente la forma de hacer las cosas.
Proporcionar las herramientas necesarias
La cara más visible de la flexibilidad en tiempos de pandemia ha sido el reemplazo del trabajo presencial en las oficinas por el trabajo remoto. Como medida de emergencia para mantener la actividad y productividad de las empresas durante los largos meses de confinamiento, muchas decidieron que sus equipos de trabajo realizaran su trabajo desde sus hogares.
Eso derivó en la necesidad de apoyar a esos profesionales con la finalidad de que esa flexibilidad se tradujera en un desempeño eficiente. Y eso se logra proporcionando las herramientas necesarias en materia de tecnología, salud y seguridad.
Sin embargo, la flexibilidad debe ir más allá, considerando que existen también trabajadores que preferirán volver a las oficinas cuando la pandemia sea cosa del pasado. Ya sea porque no cuentan con el ambiente adecuado para trabajar en sus casas u otras razones, la empresa deberá enfrentar el tema con abertura y flexibilizar las condiciones para una coexistencia entre ambas realidades, ya que finalmente la idea es lograr cumplir con los objetivos y que se implante una cultura que aproveche el talento disponible ofreciendo la flexibilidad necesaria para que trabajen a su máximo potencial.