
Por Karina Perez Galindo
Soy una convencida de que la diversidad es clave en la conformación de equipos más productivos y exitosos. Hay muchos estudios que demuestran esta relación entre desempeño y heterogeneidad de distinta índole en los equipos de trabajo.
Hemos tenido grandes avances en lograr mayor inclusión laboral de grupos sociales que durante mucho tiempo vieron truncadas sus oportunidades de aportar a las organizaciones. En específico, se ha incrementado la participación laboral de personas con discapacidades y de la mujer. Asimismo, hay señales de mayor integración de adultos mayores, a la par con el aumento de la expectativa de vida.
No obstante lo anterior, quisiera ir un poco más allá. La diversidad es más que eso y en muchas ocasiones se topa con mindsets o culturas corporativas que hacen que las personas puedan sentirse excluidas o poco consideradas en las organizaciones. No necesariamente esas razones de exclusión tienen que ver con género, edad o discapacidades, sino también por la falta de espacios de expresión y de participación. En este sentido, el desafío está en generar ambientes abiertos donde se promueva la escucha y el respeto de opiniones distintas, junto con la búsqueda de puntos de acuerdo. En simple, hablamos de generar espacios donde las personas puedan sentirse en confianza para ser quienes realmente son, sin miedo a los prejuicios.
Hay que reconocer, aunque no nos guste, que en Chile tendemos a generar relaciones entre personas afines o que se parecen a nosotros. Así, intentamos juntarnos o trabajar con personas del mismo colegio, universidad, barrio o profesión, creando barreras para diversificar nuestras relaciones. No se trata de buscar conformar equipos ciento por ciento diversos, pero sí de aceptar que las miradas distintas pueden aportar valor a la consecución de objetivos. Además, la diversidad aporta a contar con equipos más tolerantes y personas más abiertas.
Si consideramos el complejo contexto que enfrentan muchos países, y en específico Chile, con un movimiento social fuerte y demandas de más dignidad, menos discriminación e igualdad de trato, entre otras, el tema de esta columna tiene un sentido aún más profundo. Ello, porque la variedad de talentos y backgrounds tiene que ver con muchas dimensiones, incluyendo la diversidad cultural, social, de formación, étnica, de género, de edad, etc. En esa mixtura y multiplicidad de miradas, se pueden construir ideas y proyectos o encontrar soluciones creativas, más integrales y, por lo tanto, más exitosos.
En consecuencia, promover una valoración de la diversidad al interior de las organizaciones no solo contribuirá a obtener mejores resultados y rendimientos, sino que aportará también a acortar brechas en el trato y en la dignidad, al incentivar relaciones más horizontales, positivas y menos prejuiciadas.
Para lograr lo anterior, se pueden llevar a cabo acciones concretas, como contar con espacios que inviten al diálogo y la interacción entre colaboradores, conformar equipos diversos y colaborativos entre sí, promover activamente el respeto y valoración de las diferencias en códigos de conductas y declaración de principios de la organización, entre otras iniciativas. Sin embargo, la gran diferencia estará dada por el rol que pueden desarrollar los líderes de las organizaciones y de los equipos, al generar dinámicas y relaciones de respeto, valoración y colaboración entre pares.
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* Karina Perez Galindo es Managing Director de Executive Search en Robert Half para los Países Bajos.